miércoles, 12 de octubre de 2011

NOMBRE.

Todo niño trae en sus electrones, estampado un número, o la frecuencia vibratoria, o sea SU ecuación. Esta rata vibratoria se repite en los sonidos que componen su nombre y apellido. Para nada cuenta la “coincidencia” en el nombre que la madre desee ponerle al niño. Es su vibración la que se graba en la mente de la madre y la obliga a escoger el nombre que le corresponde a ese niño, en esa encarnación. Si por alguna circunstancia el nombre es cambiado por el padre, o los familiares, el niño sufre y sufrirá toda su vida, de múltiples tropiezos, de frustraciones y desarmonías entre su sendero y su carácter o temperamento. A veces constituye esto un grave atraso para el individuo. Con frecuencia la persona se cambia de nombre y logra restituir su encarnación al carril que le corresponde para cumplir su destino.


Las fuerzas electrónicas no saben nada de eso que en la tierra llaman “condiciones morales” o “moralidad”.Muchas veces la máxima aquella “El hombre propone y Dios dispone” se convirtió en “Dios propone y el hombre dispone”, haciendo de las suyas, “metiendo la pata” en su espantosa ceguedad; y con infinita paciencia, los Maestros y los Avatares enderezan y ajustan las cargas torcidas más allá de la Ley, si fuera posible.
Extraido del Libro de Métafísica 4 en 1 Vol. 1 de Conny Méndez